Las joyas escondidas del sureste de Turquía: ciudades históricas, monasterios arcaicos y un crisol de culturas

Las provincias de Mardin y Sanliurfa esconden tesoros históricos tan fascinantes como el templo más antiguo del mundo o la cueva donde nació el profeta Abraham.
Monasterio de Mor Gabriel.
Monasterio de Mor Gabriel.
Beatriz Pérez
Monasterio de Mor Gabriel.
Visitamos la provincia de Mardin, en Turquía

Entre los ríos Tigris y Éufrates, la llanura fértil que conformaba la región de Mesopotamia fue testigo de una auténtica revolución, empezando por la creación de las primeras ciudades del mundo a partir de asentamientos dedicados a la agricultura. Durante milenios, estas tierras que se extendían desde el sureste de la actual Turquía hasta el Golfo Pérsico fueron objeto de disputas entre diferentes civilizaciones, que dejaron su impronta en forma de mezquitas, iglesias, cisternas, murallas, monasterios, necrópolis y pueblos enteros, vestigios históricos que en muchos casos todavía podemos seguir disfrutando.

La región de Anatolia Suroriental no es la primera opción de viaje para prácticamente ningún turista que visite los encantos de Turquía, pero nadie vuelve defraudado después de descubrir el templo más antiguo del mundo o la cueva donde nació el profeta Abraham. Las provincias de Mardin y Sanliurfa son un primer bocado perfecto para empezar a explorar estos territorios donde el turismo de masas todavía no ha llegado.

Mardin, la 'Ciudad del Sol'

Sobre la ladera de una montaña, como una escalera de casas, se extiende la ciudad histórica de MardínConocida como la 'Ciudad del Sol', resume todo lo que encontraremos en la provincia homónima de la que es capital: un crisol de culturas, muestras arquitectónicos de diferentes estilos y paisajes que van desde las verdes llanuras a las escarpadas y áridas colinas.

Horizonte de Mardin.
Horizonte de Mardin.
Beatriz Pérez

Coronan el conjunto urbano los restos de un antiguo castillo, quedando a sus pies un entramado de edificios color tierra que miran hacia los valles mesopotámicos, mezquitas con sus cúpulas y minaretes, y un laberinto de calles donde no nos importará perdernos. Al acercarnos por carretera a la localidad, lo primero que llamará nuestra atención será la forma de los edificios, con techos perfectamente planos. Esto tiene una explicación, y es que ante el tórrido calor de los meses de verano, los vecinos suben sus colchones al tejado para dormir al aire libre, arropados por el firmamento estrellado.

La Iglesia de los Cuarenta Mártires (o Kirklas Kilisesi) es nuestra primera parada en este tour por Mardin. Este templo religioso data del siglo IV, pero no adoptó su nombre actual hasta el siglo XV, cuando fue rebautizada en honor a los mártires de Capadocia, soldados romanos que fueron perseguidos y torturados por su fe cristiana hasta su muerte en un lago congelado.

Madrasa de Kasimiye.
Madrasa de Kasimiye.
Beatriz Pérez

En contraposición a los templos cristianos ortodoxos, podremos visitar imponentes mezquitas como la Abdüllatif Cami, construida en el siglo XIV con unas espectaculares puertas de piedra esculpida. Y por supuesto, la joya de la corona, la Gran Mezquita de Mardin o Ulu Cami. Edificada en el siglo XII, destaca su enorme minarete, que se asoma entre las casas y se deja contemplar desde las azoteas de las cafeterías mientras disfrutamos de un té turco: un plan aún más mágico bajo los colores del atardecer.

Y si nos alejamos un poco del bullicio de la ciudad y nos dirigimos hacia el suroeste, nos toparemos con la impresionante Madrasa de Kasımiye. Este complejo arquitectónico de enormes cúpulas se levantó en el año 1469 y ya su puerta de entrada tallada con motivos vegetales y geométricos asombra a todo aquel que la atraviesa. El patio interior no se queda atrás en belleza y es que allí nos espera un estanque artificial, donde los visitantes aprovechan para tirar una moneda con un deseo en mente. A un lado, dentro de un iwán (un porche con un arco), fluyen las aguas de la llamada Fuente de la Vida, cuyos escalones simbolizan las etapas vitales y el paso al más allá. El piso superior acoge las aulas donde antaño estudiaban los alumnos de esta escuela.

Historia viva en el Monasterio Deyrulzafaran

Apenas a 20 minutos en coche del centro de Mardin, sobre una colina rodeada de campos de cultivos y extensas llanuras, se alza el Monasterio Deyrulzafaran, en una localización aislada, escondida de las persecuciones a las que antaño estaba sometido el cristianismo en esta zona. Los muros de este complejo son testigos de cientos de años de historia, y es que el lugar fue sede del Patriarcado Ortodoxo Sirio desde el 1160 hasta su traslado a la ciudad de Damasco en 1920.

Monasterio de Deyrülzafaran.
Monasterio de Deyrülzafaran.
Beatriz Pérez

El monasterio se estructura como un enorme bloque rectangular de piedra caliza, con patios interiores y escaleras monumentales. Una puerta con una inscripción en siriaco, un dialecto del arameo, nos da la bienvenida al recinto amurallado, desde el cual podremos acceder a las diferentes estancias. La parte más antigua, los vestigios de un santuario donde se adoraba al sol, la encontramos al final de unas estrechas escaleras que nos adentran en una sala subterránea abovedada, cuyo techo se sostiene sin ayuda de argamasa, tan solo con la gravedad y un ingenio arquitectónico adelantado a su época.

Seguimos explorando el cenobio en busca de la iglesia, un pequeño templo con molduras y capiteles decorados, pinturas, tapices y un altar mayor en forma de arco. A la izquierda de este, veremos el trono del metropolitano, uno de los altos cargos de la Iglesia Ortodoxa Siriaca. Además, en otra sala reposan las tumbas de los patriarcas y metropolitanos del monasterio. De hecho, en nuestra visita nos cruzaremos constantemente con los religiosos que lo habitan, y es que todavía sigue en uso y en su iglesia se ofician misas en arameo.

Iglesia del Monasterio de Deyrülzafaran.
Iglesia del Monasterio de Deyrülzafaran.
Beatriz Pérez

Vestigios romanos en Dara

Cuando las tierras del sudeste de Turquía eran el escenario de las luchas entre el Imperio Sasánida de Persia y el Imperio Romano de Oriente, estos últimos levantaron la ciudad de Anastasiopolis, posteriormente Dara, como un centro de aprovisionamiento para los soldados. Este fue ganando importancia y reconocimiento gracias a su situación estratégica para el comercio. Sin embargo, esa época de esplendor llegó a su fin cuando la región pasó a manos de los árabes, quienes aprovecharon el debilitamiento de romanos y persas.

Yacimiento de Dara.
Yacimiento de Dara.
Beatriz Pérez

Así, la ciudad de Dara fue relegada a un simple asentamiento prácticamente olvidado y abandonado. A día de hoy, estos vestigios de un pasado glorioso pueden visitarse a escasos 7 kilómetros de la frontera con Siria. Allí encontraremos la antigua necrópolis romana, excavada en forma de cuevas artificiales en las paredes rocosas, además de restos de murallas y estructuras monumentales que han sobrevivido al paso del tiempo. Si cruzamos una enorme puerta tallada en la montaña, podremos acceder a un gran espacio con más tumbas y restos óseos.

Caminando unos pocos metros desde la necrópolis, nos adentraremos en el actual pueblo de Dara, con muchas casas construidas usando antiguos sillares romanos. Así, llegaremos hasta la arcaica cisterna. Esa 

estructura subterránea y sus enormes proporciones no solo evidencia la gran habilidad ingeniera y arquitectónica de los antiguos romanos, sino también la importancia que tuvo Dara en el pasado.

Cisterna de Dara.
Cisterna de Dara.
Beatriz Pérez

Midyat y el Monasterio de Mor Gabriel

La vida en la ciudad de Midyat trascurre tranquila, sin perder su autenticidad, su cultura y sus tradiciones. Por un lado, decenas de tiendas de joyas y adornos en plata. Por el otro, iglesias ortodoxas siriacas que reflejan el pasado de esta comunidad, que tuvo que esconderse en lugares más retirados huyendo de las persecuciones por disputas teológicas. Y en medio de todo, un laberinto de callejuelas entre edificios de color ocre.

Muy cerca de Midyat, se fundó en el año 397 el que se convertiría en el monasterio más importante de la región, el Monasterio de Mor Gabriel. Este cenobio fue construido cuidando al máximo la belleza arquitectónica, algo que podemos seguir apreciando hoy en día gracias a los trabajos de restauración. Nos esperan puertas monumentales, cúpulas, mosaicos e incluso la tumba de San Gabriel, donde los devotos recogen la arena que la envuelve, dotada de cualidades curativas según la tradición. Además de unas decenas de monjes, aquí habita el metropolitano de la Iglesia Ortodoxa Siriaca en Turquía.

Monasterio de Mor Gabriel.
Monasterio de Mor Gabriel.
Beatriz Pérez

Şanlıurfa, la cuna de Abraham

Pocos lugares hay en el mundo con tanto misticismo como la ciudad de Şanlıurfa. Un recorrido de dos horas en coche separan esta urbe, ya en la provincia vecina, de la ciudad de Mardin, y nos brida una parada perfecta para continuar nuestro recorrido por el sureste de Turquía. Según la tradición, este lugar fue ni más ni menos donde nació Abraham, una figura clave tanto en el cristianismo, como en el judaísmo y el islam.

Se dice que el profeta llegó a la vida en una cueva, donde sus padres se escondieron de la persecución del rey asirio Nimrod, movido por la profecía de que nacería un niño que sería capaz de desafiarle. En la actualidad, esa cueva se puede ver a través de una vitrina de cristal a los pies de la Mezquita Mevlidi Halil. Este lugar sagrado se encuentra en la zona de Balıklıgöl, llena de jardines, estanques con carpas, templos y madrasas.

Ciudad de Sanliurfa.
Ciudad de Sanliurfa.
Beatriz Pérez

El resto de la visita a Şanlıurfa trascurre entre callejuelas muy animadas, un colorido y aromático bazar y vestigios romanos y cristianos. Otra parada imprescindible es el Museo Arqueológico, uno de los más completos de toda Turquía. Este centro expone verdaderos tesoros arqueológicos que nos ayudan a comprender no solo la evolución de la sociedad en estas tierras, desde el neolítico hasta la época otomana, sino también los mismísimos orígenes de la civilización, y es que recoge hallazgos de Göbekli Tepe, el templo más antiguo del mundo.

Göbekli Tepe, los orígenes de la civilización

Un trayecto en coche de 20 minutos desde Sanliurfa y tendremos ante nosotros un hallazgo que revolucionó el mundo de la arqueología. Göbekli Tepe fue construido hace más de 12.000 años, pero todavía guarda muchas incógnitas por resolver, ocultas probablemente bajo tierra, y es que apenas se ha excavado el 10 % del yacimiento.

Yacimiento de Göbekli Tepe.
Yacimiento de Göbekli Tepe.
Beatriz Pérez

El descubrimiento del templo hace apenas 30 años hizo tambalear las teorías sobre los orígenes de la civilización, los primeros asentamientos humanos y el surgimiento de conceptos más complejos como la religión. Gracias a la instalación de unas pasarelas podremos ver los restos del templo desde todas las perspectivas. Concretamente, se divide en cuatro recintos circulares con sus muros dobles de piedra, a los que se suma una serie de monolitos, enormes bloques de piedra en forma de T con tallas de animales salvajes, como zorros, jabalíes, serpientes, aves y escorpiones.

Cómo viajar desde España hasta Mardin y Sanliurfa

La aerolínea Turkish Airlines ofrece vuelos directos a Estambul desde Madrid, Barcelona, Málaga, Valencia y Bilbao. Una vez en esta ciudad Turca, con la misma compañía aérea tendremos la opción de volar a todos los rincones del país, incluyendo el Aeropuerto de Mardin (2 horas de vuelo) y el Aeropuerto de Şanlıurfa (1 hora y 50 minutos de vuelo). Ambas ciudades son el punto de partida perfecto para explorar la región de Anatolia Suroriental.

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Beatriz Pérez
Redactora de Viajes '20minutos'

Graduada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Pasé por la revista Viajar como redactora web y desde 2022 continúo con esta pasión en 20minutos, mostrando que hay demasiadas maravillas en este planeta como para quedarse en casa.

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