A cualquier turista de España que esté pensando en hacer un viaje a Italia siempre se le vienen a la cabeza los mismos destinos: Roma, Milán, Florencia, la Costa Amalfitana... pero la realidad es que en el país transalpino hay muchas más ciudades y zonas que merecen una visita, como lo es la impresionante región de la Emilia Romagna. En ella, los increíbles entornos naturales se combinan con históricas urbes como Bolonia, Parma o Módena, una de las joyas ocultas de toda la nación.
Esta ciudad conocida mundialmente por su vinagre es idónea para los amantes del automovilismo, ya que en ella se realizan numerosos festivales con Ferrari, Lamborghini y Maserati como protagonistas, pero también se pueden visitar impresionantes edificios y lugares como su preciosa Piazza Grande, la torre Ghirlandina o el campanario, declarados Patrimonio de la Humanidad. Pero si visitas Módena, no puedes perderte otro de sus grandes símbolos: el increíble Palacio Ducal.
El impresionante Palacio Ducal de Módena
A tan solo diez minutos caminando de la Piazza Grande se erige este descomunal palacio principesco, considerado uno de los primeros erigidos en toda Italia. La primera piedra de este impresionante edificio se puso en el 1634, sobre un antiguo castillo de la familia Este, la dinastía más poderosa de toda Módena y que dominó la ciudad desde esta residencia durante más de dos siglos.
La belleza de este palacio es innegable, y es que la construcción del edificio, según cuenta la leyenda, llegó a estar supervisada por el propio Gian Lorenzo Bernini. En su espectacular fachada barroca se pueden ver varias estatuas, incluida una de Hércules, mientras que si se cruzan sus imponentes puertas, vamos a parar a su increíble patio de Honor. Eso sí, la joya de la corona se encuentra en los pisos superiores: una tremenda colección pictórica dejará boquiabierto a cualquiera que la visite, así como el precioso fresco del techo de la Gran Sala o el Salón del Oro.
El Palacio Ducal de Módena ha tenido una importancia capital a lo largo de los siglos: Napoléon Bonaparte y Josefina pasaron una noche en él (y aprovecharon para llevarse unas cuantas obras de arte), mientras que en la Segunda Guerra Mundial fue el cuartel general de los nazis en la Emilia Romagna. Desde el fin del conflicto bélico, el edificio alberga la academia militar de la ciudad, por lo que cuatro siglos después esta extraordinaria construcción sigue siendo uno de los pilares de la ciudad.
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