La belleza de Europa se extiende más allá de sus cosmopolitas y turísticas ciudades. Y al igual que sucede en España, también se pueden encontrar pequeñas aldeas en lo alto de montañas e históricos pueblos del medievo, adoquinados y llenos de encanto. Os traemos una pequeña selección de los pueblos más bellos de Europa, y aunque hay muchos más, estos son los que más nos han encantado.
Eguisheim (Francia)
Situado a una hora de Estrasburgo, este pueblo medieval te parecerá sacado de un cuento. Está construido alrededor de un castillo y cuenta con una curiosa estructura en círculos que comparten el mismo eje. Con sus casas de entramado de madera y color pastel, Eguisheim es uno de los destinos más bellos y pintorescos de Alsacia. Parte de su encanto se lo debe a que está decorado con flores por todas partes. De hecho, está clasificado entre "Los pueblos más hermosos de Francia" y también ha ganado el título de "Pueblo preferido por los Franceses".
El centro neurálgico es La Place du Château, que comparte protagonismo con una parte del castillo, de forma octogonal y del año 1000, es también el que da nombre a la plaza. También encontraréis viñedos y bodegas, ya que Eguisheim se encuentra en la Ruta de los Vinos de Alsacia. Y si te preguntas qué comer, entre los platos típicos que encontrarás en los restaurantes de la zona están la tarte flambée (con queso y bacón) y la choucroute, a base de chucrut y carnes ahumadas.
Rothenburg ob der Tauber (Alemania)
¡Bienvenidos a la Edad Media! En ningún otro lugar se ha detenido tanto el tiempo como en este pueblo alemán situado en la zona de Baviera. Pequeño, pero lleno de iglesias, monasterios y monumentos, y sobre todo, tiene un aspecto de cuento que te hará soñar. Entre sus principales encantos están sus calles adoquinadas, con casas de colores pastel, tejados en tonos rojizos y relojes de cuco por todas partes.
Una de las imágenes más bonitas la encontrarás en el Plönlein. Se trata de un cruce, con la torre Sieber a la izquierda y la Kobolzeller a la derecha, que da lugar al rincón más reconocible de Rothenburg ob der Tauber. Y por su puesto, en este pueblo alemán no faltan las murallas, pero sí que echarás de menos el castillo, ya que fue destruido en un terremoto en el siglo XIV. De él solo queda una habitación, que se encuentra en los jardines, y aún conserva restos de su pintura original en algunas de las paredes.
Volterra (Italia)
El mejor momento del año para visitar la Toscana es en primavera cuando los girasoles, viñedos y olivos están en su máximo esplendor. En una ruta en coche por esta región de Italia hay que hacer una parada en uno de los pueblos más bellos de la zona: Volterra. Situado en una colina, cuenta con uno de los cascos históricos de la época medieval mejor conservados de toda Italia, además de tener huellas de la época etrusca y romana.
Uno de los puntos claves es la Piazza dei Priori. En esta antigua plaza medieval se encuentra el Palazzo dei Priori y el Palazzo Pretorio. Otro de los monumentos más destacados es el Duomo, de fachada austera, cuenta con valiosas obras de arte en su interior. Durante el recorrido por este pueblo te irás encontrando también con restos de sus antiguas murallas, un teatro romano, un espectacular palacio medieval y una fortaleza Medici. Por cierto, no te vayas de Volterra sin probar los embutidos y quesos toscanos, que son una auténtica delicia.
Durbuy (Bélgica)
Situada en las Ardenas belgas, en centro de la región de Valonia y a unos unos 45 kilómetros al sur de Lieja, esta pequeña localidad de calles y casas de piedra, te hará dudar en qué época te encuentras. Tiene un precioso casco antiguo, con callejuelas laberínticas y peatonales por las que hoy deambulan los turistas. Entre los lugares de interés están el castillo y la Iglesia de San Nicolás, de los siglos XVII y XVIII.
Para contemplar la bonita panorámica de este pueblo, que en la Edad Media fue un importante centro comercial, lo mejor es subir a la roca Homalius, que cuenta con más de 300 millones de años. Aprovecha para probar la gastronomía y un plato muy típico: la trucha con ortigas. También destacan las confituras artesanales, con recetas que ido pasando de padres a hijos.
Cisnadioara (Rumanía)
Este pueblo de la Transilvania rumana recuerda a los del Tirol. Está situado en el condado de Sibiu y los turistas llegan hasta aquí atraídos por su impresionante iglesia fortificada, construida en lo alto de una colina y dedicada a San Miguel. Merece la pena subir hasta arriba, y no solo para disfrutar de uno de los mejores ejemplos del arte románico de Transilvania, también porque te esperan unas preciosas vistas del bosque sobre los montes de los Cárpatos y el pico de la montaña Cibin al fondo.
Te recomendamos probar la cocina de la zona, a base de productos locales, con platos como la Ciorba, una sopa agria elaborada con muchos ingredientes como remolacha, champiñones, hierbas aromáticas, patatas, y carne. También es muy popular un guiso denominado Sarmales, con hojas de col rellenas de arroz, carne, hierbas y verduras.
Najac (Francia)
Es una parada obligatoria en cualquier ruta por el sur de Francia. Se encuentra a 110 km de Toulouse y sorprende tanto por su entorno verde rodeado de bosques, como por su imponente castillo medieval que domina la localidad desde todo lo alto. Y por su puesto, si algo llama la atención es su configuración, extendiéndose a lo largo de una cresta rocosa. Este pueblito medieval te enamorará por su patrimonio histórico, su atmósfera y paisajes. Parte de su encanto se lo dan las casas de piedra (algunas del siglo XIV) con balcones de hierro forjado y tejados inclinados. Uno de los lugares de interés es la Plaza de Faubourg. También encontraréis una fuente del siglo XIV que se mantiene todavía en pie. A pesar de ser pequeño, en Najac encontraréis numerosos restaurantes en los que degustar platos de cocina tradicional a base de productos locales.
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