Calzadas, anfiteatros, puentes... Son muchos los monumentos de la civilización romana repartidos por los países mediterráneos. España es uno de ellos y cuenta con varios muy bien conservados como el acueducto de Segovia o el teatro de Cartagena. Francia es otra privilegiada al albergar obras romanas y una de las más destacadas es el Pont du Gard.
El Pont du Gard, una joya ingeniera
El Pont du Gard es un puente que permite que el acueducto de Nîmes atraviese el río Gardon. Se construyó en el siglo I d.C, tiene una longitud de 275 metros y está compuesto por tres filas de arcos superpuestas alcanzando una altura de 49 metros.
El acueducto no se queda atrás en grandeza, supera los 50 kilómetros de longitud y conecta las ciudades de Uzes, que contaba con un manantial, y Nìmes. A esta última abasteció de agua durante cinco siglos. Nìmes, en romano "Nemausus", experimentó un gran desarrollo en el siglo I d.C, bajo los dominios de los emperadores Claudio o Nerón, gracias al acueducto. Esta infraestructura permitió calles más salubres, agua en las residencias de las élites y la creación de fuentes y termas.
Cómo visitar el Pont du Gard
El puente romano recibe su nombre por ubicarse en el departamento de Gard, en la región de Occitania y se sitúa a 36 kilómetros de Nîmes. El aparcamiento está abierto todos los días de 8 a 00 h y el acceso al puente es libre, pero el parking cuesta 9 euros y el museo y las exposiciones valen 8 euros (gratis para menores de 18 años).
Quizás la mejor época para visitar el Pont du Gard es en verano, puesiluminan el puente todas las tardes y podemos darnos un chapuzón en el río.
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