Siete magníficos castillos aragoneses que no están en España

El novelesco castillo aragonés de Otranto.
El novelesco castillo aragonés de Otranto.
Fabio Michele Capelli
El novelesco castillo aragonés de Otranto.

Una península dentro de otra península es una caprichosa formación geográfica que hace del enclave un lugar estratégico. Salento es exactamente eso, una península en una península, cruce de rutas de navegación y objeto de deseo también por sus riquezas naturales. Así podremos entender la importancia que dominar estas costas tuvo desde la antigüedad.

La península de Salento, el tacón de la bota italiana, derrocha recuerdos de riqueza

La Península salentina derrocha recuerdos de riqueza, el barroco es el emblema, pero no lo es todo. Ya ocupada en la prehistoria, los primeros habitantes fueron messapicos, luego los griegos se encapricharon de su costa jónica y por fin Roma llega hasta aquí impulsando el comercio. En Brindisi culminan sus dos grandes vías, la Trajana y la Appia hacia Oriente y en Lecce nos dejan como gran legado un teatro y un anfiteatro. Llegaron después normandos, suevos, los franceses y el reino de Nápoles, todos querían dominar esas costas y controlar así el comercio naval del Mediterráneo.

Castillo blanco de Trani.
Castillo blanco de Trani.
Getty Images/iStockphoto

Alfonso II El Libertador

A mediados del siglo XV, Alfonso V de Aragón (tío carnal de Fernando El Católico) arrebata el reino de Nápoles a la dinastía de Anjou, convirtiendo a Salento en la parte más oriental de Aragón. Los castillos y fortalezas que entre unos y otros habían dejado por toda la cornisa se ampliaron y mejoraron. A mayor comercio, mayor riesgo de invasiones y pirateo. La “pasión turca” no tardó en llegar y en 1480 los otomanos asediaron y tomaron Otranto hasta que Alfonso II de Aragón, duque de Calabria, liberó un año después la ciudad y será recordado desde entonces como El Libertador del siglo XV.

Los castillos de la región de Apulia fueron remodelados, ampliados y mejorados por los reyes llegados de España

Sumemos los intentos de los sarracenos por hacerse con Apulia en una época donde el comercio naval era una gran fuente de riqueza. Ya en el siglo XVI Aragón y Castilla eran matrimonio consolidado y en 1516 el nuevo rey Carlos I de España, a partir de 1520 Carlos V emperador del Sacro Imperio Germánico, fue el monarca de la época con más territorios del mundo. Nápoles y, por tanto, también Salento debían ser más protegidos que nunca. Así entendemos por qué tanto castillo en Apulia, unos denominados aragoneses y otros de Carlos V, aunque la mayoría habían sido levantados por conquistadores anteriores y remodelados, ampliados y mejorados por los reyes llegados de España.

Castillo normando suevo de Bari.
Castillo normando suevo de Bari.
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Castillo de Bari

Visitar estos castillos, testimonio tangible de la herencia histórica de la región, es embarcarse en un emocionante viaje en el tiempo hacia un pasado lleno de intriga, poder y grandeza imperial. Imponentes fortalezas que ahora son ventanas abiertas a la historia de una época tumultuosa en la que los grandes emperadores del mundo luchaban por controlar el destino de la toda la Península Itálica.

En el castillo de Bari vivieron dos grandes mujeres descendientes de la Corona de Aragón: Isabel de Aragón y su hija Bona Sforza

En Bari, la capital de Apulia, el castillo fue construido por los normandos, restaurado por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico II y de tiempos aragoneses es la muralla defensiva con sus característicos bastiones en forma de lanza. En él vivieron dos grandes mujeres descendientes de la Corona de Aragón: Isabel de Aragón, hija de Alfonso II de Aragón, El Libertador, y su hija Bona Sforza. A Isabel algunos estudios la identifican como la modelo de la Mona Lisa y Bona Sforza acabaría siendo reina de Polonia.

Castillo de Monopoli.
Castillo de Monopoli.
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Castillos de Trani y Monopoli

El Castillo Suabo de Trani lo mandó construir Federico II en el siglo XIII, y Carlos V tuvo que reforzarlo con baluartes para protegerlo de posibles cañonazos. Los visitantes acuden a este lugar atraídos también por la leyenda del fantasma de Armida, una joven de ojos azules a quien su esposo encerró en las mazmorras del castillo tras una infidelidad. El amante corrió mejor suerte y fue apuñalado. Ella nunca salió de su cautiverio y ahora se pasea por el castillo blanco de Trani. Ciudad que no puede mencionarse sin hablar de su Basílica Catedral de San Nicolás Peregrino, la auténtica Catedral del Mar.

Dice una leyenda que por el castillo de Trani se pasea el fantasma de la joven Armida, que fue encerrada en sus mazmorras por una infidelidad

En Monopoli, Carlos V mandó construir un nuevo castillo en Punta Penna sobre las ruinas de otro anterior de época normanda. Se encuentra en el idílico puerto antiguo y la ciudad se fue construyendo tras él, que la protege del viento y el mar. En el siglo XIX comenzó a utilizarse como prisión y ya en el XX lo arreglaron para la celebración de congresos; suele exhibir exposiciones temporales y tiene una buena colección de objetos históricos de la ciudad de Monopoli.

Torre mirador en Brindisi.
Torre mirador en Brindisi.
Getty Images/iStockphoto

Castillo de Brindisi

El Castillo Rojo de Brindisi, por el color de la piedra (aunque sea rosa), comenzó como torre de vigilancia encargada por Alfonso II de Aragón en 1481, justo después de expulsar a los turcos de Otranto. Se instaló en la isla de Sant´Andrea, a la entrada al puerto de Brindisi. Acabó siendo un castillo fortaleza aragonés en toda regla, ocupando casi la totalidad de la isla, que ahora está unida a tierra por una carretera. Poco a poco continuaron las ampliaciones y mejoras hasta la construcción del fuerte y los bastiones, ya en el siglo XVI. Fue rematado con la Fortaleza del Mar que encargó Felipe II para las tropas. Un monumental conjunto de castillo-fortaleza ejemplo de construcción militar y poderío imperial.

Castillo de Otranto.
Castillo de Otranto.
Simone Di Tonno - Annachiara Figlia

Castillo de Otranto

Uno de los más conocidos es el de Otranto, y motivos no le faltan a este espectacular castillo pentagonal en cuya puerta de entrada preside el escudo de armas de Carlos V. Tuvo un papel muy importante en el Congreso de Otranto, donde se discutieron tácticas para evitar la amenaza del imperio Otomano. El rey Alfonso II tuvo que acondicionarlo después de rescatar Otranto de los turcos, quienes a su vez también habían reparado los desperfectos que ocasionaron durante su asedio e invasión. 

El castillo de Otranto inspiró en 1764 a Horace Walpole la que sería la primera novela de terror de la literatura

Fue quizá la terrible historia de los 800 cristianos sacrificados en Otranto lo que inspiró a Horace Walpole en 1764 para escribir la que sería la primera novela de terror de la literatura, El Castillo de Otranto. El miedo a lo sobrenatural era un género aún desconocido y no pudo encontrar mejor ambientación que este fastuoso ejemplo de las fortificaciones aragonesas. Suele tener exposiciones temporales y sus murallas ofrecen magníficas vistas a Otranto y al Adriático. Dicen que en los días claros puede otearse la costa de Albania.

Castillo aragonés de Sant'Angelo.
Castillo aragonés de Sant'Angelo.
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Castillo de Sant'Angelo

El castillo aragonés de Sant'Angelo, en Tarento, edificado a la entrada del canal, fue construido por Alfonso II sobre unas fortificaciones del siglo X. Fue utilizado también como prisión y puede verse la sala de torturas, pero también la capilla renacentista, las escaleras de los reyes, patios, salas abovedadas, baterías, cañones y objetos que nos trasladan a una época en la que la defensa de las ciudades era prioritaria.

Castillo de Gallipoli.
Castillo de Gallipoli.
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Castillo de Gallipoli

Magnífico bastión defensivo es el castillo de Gallipoli, ahora sede de eventos y exposiciones, pero antaño una magnífica fortaleza bizantina que luego utilizaron el resto de conquistadores, desde los Anjou hasta los venecianos, ya que su ubicación era perfecta para controlar el acceso por mar a la ciudad. Una vez más fue ampliado y reformado en tiempos de Carlos V, que dejó evidencia de la estupenda ingeniería militar de España. Destacan sus torres cilíndricas y la llamada Torre Rivellino, en posición avanzada a las murallas e independiente del castillo en forma de puntal. Desde sus almenas las vistas son inmejorables y conserva el puente levadizo. El interior está muy bien preservado.

Castillos que han sido testigos de eventos cruciales, han resistido ataques y han servido como centros de poder. Ahora, como guardianes del pasado, son símbolos de la grandeza del imperio de Carlos V y monumentos históricos que preservan la memoria de la Apulia aragonesa.

Para visitar el interior de los castillos es importante consultar los horarios en sus webs o puntos de información turística.

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