Las redes sociales no dejan de imponer modas. Una de ellas consiste en explorar edificios y lugares abandonados o en ruinas, muchas veces prohibidos o de difícil acceso, como pueden ser los túneles del metro, fábricas, obras en construcción, búnkeres, viviendas u hospitales que con el tiempo han sido relegados al olvido.
Esta curiosa práctica se conoce como Urbex (fusión de las palabras en inglés urban y exploration) y es tal la fascinación que provoca, que en Instagram, el hashtag #urbex ya cuenta con más de once millones y medio de publicaciones. Y aunque por la cantidad de seguidores que tiene podría parecer que es algo reciente, surgió a finales del siglo pasado en los Estados Unidos.
El atractivo de lo apocalíptico
Dicen que hay un viaje para cada tipo de viajero. En el caso de los amantes de las emociones fuertes lo que buscan son destinos muy particulares y alternativos. Estos exploradores clandestinos pretenden ser la voz de los lugares olvidados y fotogafiarlos. Les interesa la historia del edificio, pero también sentir la emoción de adentrarse en un lugar que nadie pisa. Para ellos, lo fascinante es descubrir o redescubrir rincones tétricos, mágicos y apocalípticos, y con el aspecto de haber sido devorados por el paso tiempo.
Búsqueda de aventuras
La descarga de adrenalina y el desafío al miedo que conlleva adentrase en estos lugares es otro de los motivos que han hecho que el fenómeno del urbex se ponga tan de moda. Cada uno de estos lugares atípicos cuenta con su propia historia. Y lo que para el común de los mortales puede sonar a lúgubre o incluso peligroso, para los entusiastas del urbex se convierte en el principal reclamo y atractivo.
Por supuesto, también existen reglas que se deben respetar, como no romper ni robar nada, ya que aunque el lugar esté abandonado tiene propietario y lo que hay dentro es de su propiedad.
La aldea maldita
Si hay un sitio en España que es propicio para este tipo de prácticas es Galicia, donde no faltan los rincones rodeados de leyendas y misterios. A la cabeza de todos estos lugares se encuentra la Aldea maldita de Abuín, donde, las pocas viviendas que quedan, han sido poseídas por la vegetación silvestre. Cuesta imaginar un escenario más apropiado para realizar un viaje en el tiempo y revivir historias aterradoras.
Pero también hay otros edificios como la antigua Fábrica de Armas que se encuentra en la localidad de Orbaizeta o el sanatorio de Cesuras, en Oza-Cesuras (A Coruña), un hospital para leprosos que jamás se llegó a utilizar, y donde hoy la naturaleza se ha adueñado completamente del lugar dando paso a un territorio solo para valientes.
Viaje al Madrid abandonado
Madrid también cuenta con hospitales, palacios, iglesias y otros muchos lugares deshabitados que ponen los pelos de punta, sobre todo si uno es tan temerario como para adentrarse en ellos cuando cae la noche. El Monasterio en ruinas de Santa María la Real de Valdeiglesias (Pelayos de la Presa), el Palacio del Canto del Pico (Torrelodones), el Antiguo Matadero de Rivas Vaciamadrid, la Azucarera de Aranjuez o el sanatorio abandonado de Marina (Los Molinos) son solo algunos de ellos.
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